jueves, 29 de octubre de 2009

Estudiando en la biblioteca: Forjando una paciencia de Hierro.

Llegué a la sala. Me quité los cascos y la mochila. Moví una silla para sentarme mientras dejaba los libros sobre la mesa. La temperatura era elevadísima e hizo que una gota de sudor resbalase
por el lateral de mi cara. En cuanto me senté, ellos, comenzaron a invadir la sala depositando todos sus utensilios de la forma mas ruidosa que jamás hubiera podido imaginarme. Os juro que mi mirada tediosa la estaban sintiendo, al igual que la de los 50 pares de ojos que se encontraban allí sentados observándoles.

Ellos también empezaron a observarnos a nosotros y aparentemente, no les importábamos una mierda. Es mas, uno clavo su mirada en mi, saco su sonrisa más malévola, se giro y empezó ha realizar su trabajo.

En este punto de la historia empecé a agobiarme más por el calor y segundos después por el alboroto.

Venga ruido, martillo para arriba, destornillador para abajo, saca el taladro y cambia la broca, mueve la escalera metálica si no llegas… ¡TRAE LA PERSIANA QUE LA PONGO!-uno gritaba -NO PUEDO MOVERLA SOLO –contestaba el otro desde la puerta de la esquina opuesta de la sala.

Yo mientras tanto dejé a un lado las series de Cálculo y empecé a planear este texto mientras notaba que la arteria de mi cuello comenzaba a palpitar casi tanto como la noche que os describí en la entrada anterior.

Quizás, todo esto no me hubiese molestado si no fuesen las 17.30 y yo no me encontrase en la sala de estudio de la biblioteca de Usera.

En lo que podemos denominar como hora punta de estudio, la dirección de la biblioteca había autorizado la instalación de nuevas persianas así como la sustitución de ventanas en dicha sala.

Me parece increíblemente bien que se mejore el estado de las bibliotecas de la Comunidad, pero sin duda hay horas más adecuadas para hacerlo. Sinceramente abrir la biblioteca un par de horas más tarde por la mañana (cuando el paso de gente en la José Hierro es mucho menor) creo que es bastante buena opción. No se también hubiese sido acertado cerrarla una tarde entera avisando previamente a los estudiantes y que estos pudieran haber encontrado otro sitio para estudiar de emergencia y no haber perdido una tarde completa. Mucho mejor aún: haber instalado las persianas y las ventanas en verano, cuando se realizaron las obras en la José Hierro y encima había menos gente: eso sería la solución ideal.



Camión de cristalería frete a la biblioteca


Operarios colocando ventanas de la biblioteca


No puedes estar en la sala, ni tampoco subir a plantas superiores ya que la temperatura se eleva de forma exponencial según asciendes de piso (he llegado a estar estudiando en septiembre en la 6ª planta con 27 grados y no os lo digo grado arriba o abajo, sino con termómetro en mano). Es lo que tiene que el edificio este expuesto al sol todo el día, pero por algo se instalo el sistema climatizador: para estar calientes cuando hace frío y frescos cuando estamos bochornosos.

Bueno, aquí creo que voy a finalizar. Al final, no se porque una serie es absolutamente convergente y lo que solo iba a ser la planificación de una entrada, ha acabado plasmado minuciosamente en un papel.

Levanto la cabeza del folio ya que al que parece el cabecilla del equipo que pone las ventanas le suena el móvil, como no a todo volumen. Yo le miro pensando que no iba a ser capaz. El me mira a mí con aires de superioridad. Pone de nuevo esa sonrisa malévola en su cara, descuelga y comienza a gritar por el micrófono. Debe de ser que sus modales los dejo irónicamente en una habitación sin luces ni ventanas para que no pudiesen escapar nunca de ella, como guardados en la sombra...

Mis compañeros de mesa, ante tal desconsideración, no aguantan más. Están recogiendo y se van. Les he escuchado decir que mañana tienen examen…parecen que anhelan una buena nota...

Conclusión que he obtenido a las 6.20 de la tarde de hoy:

"A algunos les toca perder sus esperanzas para que otra Esperanza gane algo de provecho."

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